lunes, 15 de mayo de 2017

LA HERENCIA DE MI ABUELO




Hoy es San Isidro, Patrón de los agricultores, labriegos y gente de campo. Gente de bien muy necesaria para todos. Hoy es día de fiesta en muchos lugares. Pero este día para mí no es especial por esto sino por ser el día en el que mi abuelo nos dejó. Ya han pasado diez años desde su despedida, y mi promesa sigue tan vigente como el día de su marcha, que no es otra que mantenerle vivo en mi memoria. Y hoy en este significativo aniversario no podía dejar de hacerlo y así acercaros al bueno de Antonio Gómez.



Hablar del abuelo, es sencillo, pues era un hombre que quien le conoció lo podía definir como pureza absoluta. Un hombre con un fantástico sentido del humor, muy bromista y muy familiar. No negaba ayuda a nadie y daba todo lo que tenía por poco que fuera. Era nuestro patriarca “el jefe” de todos nosotros y su legado aún sigue vigente en mi familia, que le recordamos constantemente por su amor eterno y por sus bromas y buen humor habituales.



Hoy y por ser este el medio que es, un blog dedicado a la caza, me gustaría compartir con vosotros algunas vivencias que compartí con él, menos de las que me hubieran gustado, otras que el mismo me narró, y otras que me ha contado mi padre con el que verdaderamente compartió jornada de caza, que ha colaborado y mucho en este pequeño homenaje.



Mi abuelo natural de Las Ventas con Peña Aguilera en Toledo, en pleno corazón de los Montes de Toledo  desde muy joven se vio obligado a trabajar en los tiempos de la posguerra, y no tardó en entrar a trabajar en la Finca “Las Salcedas” del Torero Marcial Lalanda. Allí se definió como una persona polivalente válida para cualquier trabajo, pasando a ocuparse de tareas labriegas, de ganadería e incluso de ojeo de caza. Sobre esto recuerdo que me comentaba como al señorito de la finca le cantaba los conejos y posteriormente se encargaba de la recogida que realizaba de una forma muy eficiente, pero si bien es cierto que el recordaba con humor que algún conejo de pascuas a ramos era dejado en el campo para recuperar después… la época del hambre era dura.



Posteriormente marchó al servicio militar y tras su vuelta finalmente se casó con mi abuela, y se dedicó al comercio por los pueblos de los montes de Toledo entre las provincias de Toledo y Ciudad Real. En estas nació mi padre y la mayor de mis 3 tías, y finalmente se instaló con su familia en Alcoba de los montes, donde emplazó una pequeña tienda donde se llegaron a vender desde Bacalaos en Salazón, hasta motocicletas Derbi, pasando por cartuchos para la caza del 12 y del 16, así como plomos y otros elementos para la recarga, muy habitual en aquella época, aún conservamos algunos plomos de aquellos que fueron reutilizados para la pesca... Fueron años donde La caza no era una prioridad, había que sacar una familia con 5 hijos, y donde aparte de la tienda, también había que realizar marcha por los pueblos de alrededor en los mercadillos… ello ocupaba mucho tiempo.  


Pasaron los años y mi padre llego a la adolescencia, donde tras convertirse en un auténtico especialista de la escopetilla de balines pidió a su padre una escopeta. Mi abuelo le compró una Sarasqueta del 16, de segundamano, y ahí empezó todo.



Mi abuelo se convirtió en el morralero de mi padre, casi de forma natural, la historia al revés pero mi abuelo disfrutaba acompañando a su hijo y aconsejándole en sus primeros pasos. A fin de cuenta lo bonito de esto era disfrutar de la compañía mutua así como de llevar a casa alguna perdiz, alguna tórtola, algo de caza mayor y sobre todo liebres, que formaban el menú en algunas ocasiones en ca’ los venteños, que era como se los conocía.



Muchas anécdotas de entonces me contaron ambos dos, como la narración de una espera donde ambos dos se plantaron cerca del actual Cabañeros, utilizando como foco un rudimentario sistema elaborado con el relé de una bicicleta. Donde consiguieron tirar a un buen guarro, pero el cual nunca pudieron cobrar. Ya que por no retirarlo esa misma noche por miedo a que el guarro estuviera herido lo dejaron para el día siguiente… y para entonces unos pastores les informaron que otros pastores ya se lo habían llevado. Jajaja Cosas de campo nada más. Y es que si algo mi abuelo me hablaba mucho era sobre los incidentes con Jabalís y sobre el respeto que había que tener a estos.



Mi abuelo ni era, ni fue nunca un gran tirador pero la caza le fue llamando y el cuanto menos disfrutaba siendo cazador o morralero, lo que tocará. De hecho en cierta ocasión, esta vez sí puestos mi abuelo en un lado de una laguna y mi padre en otro, entró un pato con el que mi abuelo pudo quedarse, eso si, quedándose éste en medio de la laguna… Entonces a grito en vilo hizo venir a mi padre haciéndole creer que era para otra cosa (típico en el bueno de Don Antonio) y una vez llegado le dijo que había matado un pato, y que ya que estaba aquí que qué tal si entraba a por él y tal… jajaja



Mi abuelo también crió palomos, en especial tuvo uno que todos los días traía una paloma consigo al corral… hubo bastantes noches con guiso de pichón durante esa época en casa de mi abuela.



Años después llego el éxodo, donde mi abuelo decidió con la intención de dar un porvenir a sus 5 hijos mudarse a Parla, un municipio dormitorio de Madrid con mucho porvenir. Aquí ya es donde pasaría el resto de su vida si exceptuamos su parcela, un pequeño cacho de tierra donde construyó una gran casa y pudo dedicarse a la huerta y a su familia en los periodos estivales.



Desde aquí la caza era más complicada, el ámbito rural de Alcoba quedaba atrás, y dificultaba mucho la caza… pero el hermano de mi abuelo, Don León Gómez, afamado empresario de la ciudad de Toledo, dueño de los famosos Almacenes León, por aquel entonces se hizo con una finca de caza en la región de la sierra de Hita no lejos de los Yebenes. Años después “el Valle de Abajo” una finca prometedora, se ha convertido en una de las más afamadas y mejor gestionadas fincas de caza ya no de la comarca sino del panorama nacional. Ambos hermanos tenían una relación estrecha y el uno invitaba al otro a compartir jornadas de caza a la finca. Allí y en aquella época es donde mi abuelo disfrutó mucho de la caza junto a su hermano, y junto a sus hijos, pues por ésta época mi tío Antonio ya también empezó a cazar. Los descastes al conejo entonces eran simplemente espectaculares, sacos y sacos de conejos, múltiples esperas, monterías… Fueron buenos años.



Los 90 llegaron y con ello, mi tío primero y mi padre uno o dos años después se apuntaron al coto de caza de alcoba, volviendo de esta forma a cazar al pueblo.

Mi abuelo fue perdiendo facultades pero su amor por la caza le impulsaba a seguir a sus hijos al monte y ponerse junto a ellos en las monterías. Célebre fue aquella ocasión en la que coincidiendo que a ambos dos les tocó puestos paralelos, colocaron a mi abuelo entre medias. La mañana estaba tranquila, hasta que un tiro hondo y profundo rompió la tranquilidad del monte. Había sido mi abuelo que había matado un cochinete. Ole por el abuelo. 



En estas yo ya andaba por el mundo, y fue cuando pude comenzar a cazar con mi padre y en alguna ocasión con mi abuelo. Fueron pocas ocasiones las que ya coincidimos las 3 generaciones cazadoras, pero recuerdo con mucho cariño alguna, concretamente una tirada de faisanes (que tengo grabada en vhs por cierto) donde yo era el encargado de recoger los pájaros. Allí paso un episodio muy recordado y con el que mis abuelos se reían mucho y es que un faisán se levantó y salió ANDANDO… junto cuando iba a recogerlo… y yo salí gritando ¡¡ESTÁ VIVO!! ¡¡ESTÁ VIVO!! Luego “la jefa”, mi abuela, que también se vino ese día fué la que termino cobrándolo jajaja, y es que ella también era de armas tomar jajajaja.



También recuerdo con mucho humor una montería, también en la finca del hermano de mi abuelo, en la que mi padre y yo estábamos colocados en una pequeña traviesa con gatera, y mi abuelo en otro puesto a unos 300 metros a la salida de un cerrito. Un día de agua pero que se podía cazar bien. Nosotros no teníamos suerte, pero cuando en una de éstas, a mi abuelo le entro una pelota de reses por la espalda no lejos de él, como mucho a 100 metros (siendo generoso), y éste que no tiraba que no tiraba… y que no tiro. Al acabar la montería ya nos juntamos, y célebre fue cuando nos dijo que ni los había oído jajajajaja. Ya se nos hacía mayor el abuelo, y pocas veces más ya salió al campo.





Cuando tuvo que dejarlo por tema de la edad, nunca dejó las tertulias, y es que puedo decir que si había algo que siempre hacía después de un día de caza, en mi caso era ir corriendo a casa de mi abuelo y contarles cosas del pueblo, de la caza, el día que me hice novio tras matar mi primer venado… en fin muchas cosas. Y es que yo tenía mucha afinidad con él, me encantaba que me contará cosas, de antes, del campo, de la huerta… me tiraba horas en casa de mis abuelos. Allí aprendí muchos valores que me esfuerzo en poner en práctica tanto en mi vida como en la caza.



Murió una mañana gris de san isidro. No fue algo inesperado, llevaba luchando contra una enfermedad larga y dolorosa. Hasta el final estuvo con su familia, fue fiel a su vida y se fue dando todo… Jamás olvidare esos días y algo que me pasó con mi abuelo… me hizo dos regalos, uno que es sólo para mí, y espero me perdonéis sino lo cuento, y otro muy especial… Mi abuelo me regaló su cuchillo de caza, algo que aún hoy me emociona mucho evocar. Me dijo que me lo quería regalar, que esperaba que yo pudiera usarlo mucho, que ojala desollara muchos guarros con él… Y desde entonces este cuchillo no falla jamás en mi morral. En mi cinturón. En cada animal que ayudo a desollar. Siempre conmigo. Siempre con mi abuelo.







Mi abuelo, que ni fue el cazador típico, ni seguramente el mejor, pero si fue alguien que amo el campo y que así nos lo supo trasmitir. El inicio de 3 generaciones unidas por una misma pasión. Y junto a este relato mi homenaje versión clickero que la verdad tenía muchas ganas de afrontar.


 






6 comentarios:

  1. Dani, la verdad es que esta histoira es fantástica. Es cierto que los amores familiares nos marcan para toda la vida. Es un posteo muy emotivo y la verdad es que me has dejado sin palabras. Espero que algún día, puedan encontrarse en el más allá y seguir disfrutando de esas cosas que hacen tan única y especial la relación entre un abuelo y su nieto. Un abrazo!

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    1. Bueno si nos encontramos o no, lo importante es que ya pudimos hacerlo en vida y compartir unos años muy felices. Gracias por pasar amigo!

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  2. Los que hemos tenido el privilegio de compartir parte de nuestra vida con un abuelo te entendemos perfectamente. El amor del abuelo y sus enseñanzas te siguen siempre en tu vida. Conviene no olvidarlo en estos tiempos en los que se desprecia la experiencia y la tradición, como si solo lo nuevo tuviera validez. Un saludo y enhorabuena por haber disfrutado de tu abuelo.

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    1. Efectivamente parece que fue ayer cuando estaba donde mi abuelo aprendiendo de él y francamente cosas como coger un azadón, o como cuidar de la huerta no las cambio por nada. Gracias amigo!

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  3. Dios los tenga en su gloria, para mi familia
    fueron unas bellísimas personas, fantásticos
    padres y amantisimos abuelos. También los
    llevamos en nuestros recuerdos.

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  4. Muchas Gracias por pasarte y comentar.
    La verdad es que pasaran los años y nunca podremos olvidar sus cosas buenas.

    Un abrazo y nos vemos en unos días en la boda de KIKE!

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