Hay días reservados para la historia, y este era sin duda el día. No sé muy bien para quién de los protagonistas, o si en realidad era para todos a la vez, y ojo, conscientes éramos, hasta el más pequeño pese a su corta edad de esto.
Habrá sin duda más jornadas para el recuerdo, algunos buscados, otros donde la fortuna se aparecerá y otros donde sólo el destino sea el que los forje a fuego y sangre en la memoria, pero sin importar absolutamente los detalles, ni contrastar con el resto de implicados, sé y saboreo para mis adentros el sentimiento de que aquel día va ser insuperable, pues no todos los días uno vive el primer día de caza de un hijo, bajo la atenta mirada de su maestro y mentor, que para más inri es el abuelo de la criatura.
En el momento que concreté asistencia a la cacería, pensé en la idea de que el niño pudiera acompañarnos a mi padre y a mí a este día tan especial, y dado que las navidades estaban cerca, encargue a los reyes magos que le trajeran sus primeras prendas de ropa para que desde el primer momento se sintiera integrado plenamente como uno más. Botas para el campo, calcetines gruesos y ropa técnica que se sumaría a su escopetilla superpuesta de juguete y gorra de caza que ambas cosas le cogí en la feria de caza de Alameda donde tuve la suerte de exponer meses atrás una gran muestra de dioramas de Playmocaza.
Todo llega en la vida cuando tiene que llegar, nos guste más o menos
Son 4 años, casi 5 como dice él, los que tiene. El debate sobre su primera salida cinegética estaba tanto en mi cabeza como en los debates que tuve con mi mujer, no cazadora, que, al margen de esto, solo buscaba como toda buena madre protectora y cuidadosa de su familia, que su hijo estuviera bien y preparado. Yo reconozco que mi chico es demasiado joven, de hecho, yo no fui de caza hasta que fui algo mayor que él. Él es nervioso, activo y de naturaleza inquieta y curiosa. Mi propia experiencia me dice que si algo requiere la caza es control de nervios, y sobre todo tranquilidad. Las modalidades que más practico son las monterías y las esperas, y soy consciente que hoy en día mi hijo no está listo ni preparado para poder acompañarme a ellas todavía. No está en mi cabeza forzar situaciones impropias para lo que no sé está listo. Todo llega en la vida cuando tiene que llegar, nos guste más o menos, esto es así. ¿Entonces cómo fue que Alejandro acudió a su primer día de caza a tan temprana edad? La respuesta se da con una simple palabra, TIRADA. Era una ocasión similar a cuando entra un buen guarro al paso y por lo limpio, de las que no se pueden desaprovechar. El día de caza, era una tirada organizada por mi buen amigo Ramón G, y por su socio Gabino, donde un grupo muy reducido de escopetas nos juntaríamos para realizar una tirada de palomas, donde la amistad y pasar un buen rato era el objetivo, y donde la seguridad y el desarrollo de la jornada estaría tratado con mucho mimo. Siendo esto así, creía que las desventajas propias de la edad de mi hijo y de su propia forma de ser lo eran un poco menos y que era como ese guarro al que aludía antes. La vida es una, y vivirla y disfrutarla es el objetivo. Las situaciones se presentan cuando se presentan, y el hoy y ahora es la única certeza que se tiene. En la caza más. Yo me arrepiento bastante más de las cosas que no hago, que de aquellas que intento, aunque fracase, aunque también hay excepciones claro está. Nada es blanco o negro, sino que está en una amplísima gama de grises. Sea como fuere y como ahora contaré no me equivoqué dando trofeo el “cochino”.
Mi niño crecía y ya iba a compartir conmigo aquello que aún me quita el sueño y aviva mis pasiones
Hasta la misma mañana del día de caza, ninguno supimos que Alejandro sería de la partida, ni el mismo, pues le tuvimos alejado de debates y de planes, pues antes éramos sus padres los que debíamos de dar el paso en conjunto. En el momento que entramos su madre y su padre aún a oscuras en su habitación, y le preguntamos si quería ir de caza con papa, toda duda quedo aclarada con la cara que puso de alegría desmedida y su repentino despertar y desperezamiento a la par que gritaba una y otra vez ¡Sí!, ¡Sí! ¡¡SÍ!!. Dando saltos por la cama, y pasaba a dar besos y abrazos a su madre, mientras la daba las gracias y la prometía hacer caso a su papa y estarse sentado en la silla durante el día, muchas dudas se disiparon en mi mujer sobre todo en ver la alegría que había dado aquella mañana al niño.
Con nervios y lágrimas en los ojos, uno es un sentimental que le vamos a hacer, observaba mientras preparaba yo mismo el pequeño hatillo de Alejandro, como su madre le preparaba para la faena, enfundándole las ropas de caza que sus majestades de oriente le habían traído un par de semanas antes. Mi niño crecía y ya iba a compartir conmigo aquello que aún me quita el sueño y aviva mis pasiones, aquello de lo que tanto le había hablado, aquello que él no dejaba de ver en los videos y fotos que preparo después de cada salida, aquello por lo que muchos días abandonaba el hogar no siendo para trabajar… aquello que en él despertaba curiosidad y sobre todo admiración. La primera alegría se la llevó el abuelo, cuando sin esperarlo, de la casa no salía solo su hijo e infatigable compañero de batallas cinegéticas, sino que también asomaba su nieto saltarín, esbozando en su rostro una sonrisa de oreja a oreja llena de ilusión y alegría, mientras intercambiaba con el niño las primeras chanzas y risas del día.
Mi padre aun es joven pese a las casi 70 primaveras que su cuerpo montero lleva encima. Se conserva bien y se cuida con jornadas de deporte entre diario que le mantienen en buena forma. Muchos años en la caza, donde ya ha hecho de todo, y donde al margen de piezas no completadas en su lista, de viajes que nunca fueron y que posiblemente ya no sean, o por supuesto puntería y oído que va perdiendo; su mayor ilusión según me comenta desde ya hace un tiempo era no jubilarse de este mundillo sin poder haber compartido un día de caza con alguno de sus nietos. Y por “Santa Quiteria” bendita, del que él fue en sus tiempos jóvenes mayordomo, las ilusiones son para cumplirlas, y ésta la logró con muchos años aún por delante para seguir escribiendo capítulos en esta cuarta generación cazadora de la familia que ahora nacía con Alejandro.
COMIENZA LA TIRADA, DESAYUNOS Y NERVIOS PARA EMPEZAR
El día de la caza se desarrolló con un primer desayuno de presentación del día a los cazadores, donde aquellos que no nos conocíamos tuvimos la oportunidad de hacerlo. Todo en una estupenda concordia y ambiente distinguido y agradable. Tras las explicaciones y sorteos de rigor, unas fotos y grabaciones que realizamos darían cuenta del inicio de una bonita jornada de caza.
La tirada, realizada de la forma más tradicional, con puestos rotativos que buscasen dar mismas a oportunidades a los cazadores, comenzó tras las ricas migas camperas, que mi hijo se opuso a probarlas en un principio y que sólo al final se animó a catarlas, gustándole y echándolas en falta cuando ya no había pero en su momento los juegos con su amiga Ana, hija de Ramón, se imponían a la gastronomía, cada cosa tiene su momento, y correr y saltar desde luego en su cabeza aún hoy están por encima y el tiempo no le daba para andar gastándolo en comer.
La primera tirada de las 6 que haríamos se desarrolló de una forma un poco desastrosa al principio, el niño no se andaba quieto, y estaba un tanto desobediente fruto de los nervios, pero al final con templanza y a desatender un poco a la caza por parte de padre y abuelo con el fin de que el niño estuviera seguro y que entendiera todo, el puesto lo saldamos con una primera paloma, que encima no cobramos para tristeza de mi hijo que era el encargado de dicha tarea por iniciativa propia. Lo que sí hizo y de buena gana fue recoger las vainas para dejar el campo limpio. La guía del arbolito, siempre desde chiquitito, rezan los agricultores, pues en la caza, las buenas formas y maneras igual. El camino del morralero es largo y cada lección ha de acumularse en el morral de la sapiencia para estar listos si es que algún día hay que dar el salto evolutivo a cazador., o sino como forma de enriquecimiento personal claro está. Volviendo a la parte cazadora más estricta, la gracia estuvo en el momento que con su superpuesta de juguete veía que no podía cazar para frustración propia que no sé qué se pensaba. Es un caso este muchacho para muchas cosas y yo que me río y me alegro por su inocencia.
PRIMEROS COBROS LLENOS DE RESPETO
En la segunda y tercera tirada estuvo mucho mejor, atendiendo a todo lo que pasaba a su alrededor desde su silla, siendo obediente al máximo y dejando al que tenía turno de tiro tranquilo, cumpliendo por otra parte las promesas realizadas por la mañana a su madre. Las opciones de tiro fueron justas, pero conseguimos sacarle al campo 5 palomas entre ambos puestos. Entre tanto el niño se sorprendía con las detonaciones, que veía tranquilo gracias a los cascos antiruido que con buen criterio y por seguridad le compré en los días previos. Sus primeros cobros fueron decididos y sin miedo, disfrutando y guardando el respeto justo a la pieza abatida, a la par que se sentía contento de sentirse importante en una tarea dentro del día de caza.
La comida supuso más tiempo de juegos por el campo, donde las carreras y saltos por aquí y allá se impusieron hasta que junto a Ana y otra niña asistente al día de caza, les dio por coger almendras que aún quedaban en algunos almendros pelados, para su posterior disfrute tras romper las cáscaras con piedras que acumularon para la labor. Donde se va a comparar el gusto de una almendra cosechada y extraída por uno mismo, con las empanadillas, la bien elaborada carne de Venado en salsa, que entre los adultos triunfó de lo lindo, o incluso entre los embutidos o patatas y cortezas que se acumulaban en la mesa…
Tras la comida, llegó un cuarto puesto donde lo primero que nos dijo al llegar a éste fue que ahora le tocaba a él tirar, que ya habían tirado papa y el abuelo, y que ahora era su turno. Tras las risas y la explicación lógica empezó nuevamente la cacería, siendo un puesto donde apenas si tiramos, pero donde pese a todo logramos un par de palomas, y donde Alejandro aprendió una gran lección. Nunca hay que meter la mano donde no se debe y que las cosas que te explican y piden que hagas muchas veces son por el propio bien de uno. Y ahí lo dejo, esto sí algún día es leído por él, puede que recuerde lo acontecido y sino ya seré yo quien se lo recuerde... El zorro es zorro, no por zorro sino por viejo.
El mejor puesto se llenó de saltos, carreras y chillídos.
En el quinto, su padre hizo el mejor puesto, cobrando 6 palomas para disfrute del niño que pasó un buen rato buscando y acumulando palomas entre saltos, carreras y chillidos a su abuelo y a mí mismo de entusiasmos cada vez que hallaba una por sí mismo. El tío memorizó alguna donde caía para sorpresa de todos, y no sólo eso, sino que las divisaba a la distancia cuando se concentraba, aunque siendo fiel a la realidad también había momentos donde una hormiga o el ver como su abuelo cargaba la escopeta atraían su atención. En el sexto tuvimos el peor puesto, la caza no rompía, y mi padre que tenía ilusión de hacer algún tiro con su Sarasqueta del 16 que tiene desde que su padre se la comprara hace ahora más de 50 años cuando éste empezaba, apenas si sonó en seis ocasiones, consiguiendo desplumar aun así a una bravía sin suerte en su abate al menos en lo que la vista alcanzaba.
La jornada concluía con el recuento final del total de las piezas abatidas, con las fotos de rigor, y con más almendras que los niños no dejaban ni por asomo, entre carrera y carrera que todavía daban por allí. Las despedidas y abrazos entre los concurrentes al día de caza ponían el broche a un gran día de caza donde el objetivo de pasarlo bien en camarería y confianza se había concluido con creces.
Alejandro apenado en el coche, pues no quería abandonar aquel sitio donde tan bien se lo había pasado, no tardó en caer rendido, normal por otra parte de un día de tantas emociones en el que había dado su primer paso en un mundo que nos apasiona a su abuelo y padre, y del que entre ambos buscaremos acercarle sus tradiciones, y realidades, para que tenga a su alcance la posibilidad, si así lo quiere en un futuro, tener su propia licencia y armas. La verdad no sé si mi hijo en un futuro será cazador, sólo sus propias convicciones, gustos, pasiones y sobre todo decisiones serán las que marquen su camino.
EL ÉXITO, CELEBRAR UNA NUEVA GENERACIÓN NUEVA
Su abuelo y padre no dejábamos de mentar las situaciones vividas en aquel día tan singular, donde por encima de tiros, lances fracasados o exitosos, de detalles cinegéticos que otros días ocupaban nuestras charlas posmontería, estábamos celebrando al niño, celebrando nuestra cuarta generación una vez más, celebrando que aquel día habíamos vivido un día para la historia, donde mi padre había cumplido su última gran ilusión, no en cualquier día sino en el día que su nieto salía por primera vez de caza. Donde yo también viví y cumplí la primera ilusión que no era propia, y seguro que no la última… Celebrábamos un día donde habíamos conseguido echarnos una foto, como la que 30 años antes nos habíamos echado con mi abuelo Antonio, los tres en nuestro primer día de caza juntos, una foto que con los años miraremos y sabremos como con la otra, que independientemente de lo que la caza nos deparé, lo más importante siempre fue y será el amor que nos tenemos conforme a una pasión tan grande como la que tenemos por la caza, y que allá donde estemos cuando la veamos, sabremos que esto fue historia, una historia digna de recordar y por supuesto de acrecentar.
Viva la caza, y vivan los niños, pues en ellos está el futuro.
21-01-2024
Daniel Gómez García
Creador de playmocaza.es
Creador del canal Caza y Respeto
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