LA TENSIÓN DE UNA MUESTRA

Como todo día de caza que se precie se inicia la noche anterior con la alegría y el nerviosismo por el de venir de la jornada, acompañado de una inquietud que precede a una noche larga por un insomnio arraigado en lo más profundo de mi ser.



Pero finalmente y después de una larga noche llega la hora, por lo que me dispongo a salir al punto de reunión, no sin antes despertar a mi fiel compañero y amigo, Flog, siendo pieza indispensable de todas mis jordanas, una vez todo listo salgo directo a ese lugar llamado bar que sin nadie nombrarlo y sin quedada previa cada semana nos encontramos todos los socios y amigos, donde podemos intercambiar consejos, vivencias, risas y sobretodo orientarnos donde se desplazará cada uno por no entorpecernos y lo mas importante por seguridad.



Después de muchas horas de nervios incontrolables llego al coto, ese lugar donde acaban los problemas y una alegría se instala en todas las partes de mi cuerpo con tan sólo bajar del coche y oler el esplendor de la naturaleza ese olor a vida, a campo, a libertad, pero antes dejó salir a “Flog” mientras me preparo para que también deje salir todos los nervios y emociones de forma que podamos empezar algo mas tranquilos la jornada, una vez todo listo, empezamos.



Me dispongo a buscar un ave que pese a no ostentar el seudónimo de reina del bosque, deberíamos otorgarle el estatus de princesa, porque cuando su cantar suena en el campo, los demás animales callan, se detiene y se deleitan de semejante melodía, supongo que sabréis de quien estoy hablando de nuestra pati-roja, con sus colores y volares aunque si diéramos con dicha reina convertiría la jornada en aquellas inolvidables y que contaríamos una y otra vez ensalzando el lance.



No tardo demasiado en verlas al final de la siembra pero no es la zona donde pretendo cazar, prefiero entrar en la zona de bajo matorral donde ellas se sienten más seguras y por norma suelen aguantar más por tanto de este modo “Flog” puede hacer mejor su trabajo.



Nada mas entrar en la estepa parece que “flog” lleva algún rastro pero únicamente eso porque no conseguimos dar con ellas, aunque nos cargamos de optimismo pensando que han estado por la zona y por tanto andarán cerca, a unos 20 metros... de pronto y sin previo aviso lo esperado, “Flog” parece dar con ellas con su nariz rozando el suelo, aminoramos la marcha, dejamos a “flog” trabajar... de forma que a cada metro que avanzamos aumento los intervalos de tiempo entre los pasos, “flog” tenso, estirado, su pequeña cola erguida, pasito a pasito, la tensión es tenaz, áspera y dura, sólo la pequeña brisa rompe ese emocionante silencio, nos dirigimos a lo que parece un árbol caído, por lo que empiezo a prepararme, la clavada puede ser inminente, mi corazón bombea a máxima velocidad, mis ojos no se permiten el pestañeo y de pronto llegamos al punto de no retorno... Flog rígido, firme, cual  soldado británico haciendo su guardia, me preparo, se que no puedo fallar, es mi parte del trabajo, llevo horas esperando este momento y sin pensarlo demasiado doy paso al silbido característico que tengo para avisarle que puede levantar la pieza... y ahí está, rompiendo el monte, con ese aleteo que estremece a cualquier corazón de cazador, hacia la derecha preciosa, esbelta, elegante... encaro mi beretta aprieto el gatillo, pero yerro el disparo, aún no consigo explicarlo y mis nervios se multiplican, pero persisto, puesto tengo otra oportunidad, agarro con fuerza el arma adelantó unos centímetros al mismo tiempo que estiro suavemente el gatillo y en milésimas de segundo veo desplomarse la pieza, sin aleteo sin movimiento, sin sufrimiento, mi estado de júbilo es abrumador, podríamos hacer un símil con las mariposas en el estómago del primer beso de amor, pero aún puedo añadir algo más, si pudiera interpretar la felicidad en estado puro con una imagen, sin duda, aportaría una instantánea de “flog” portando su pieza tan trabajada y buscada aunque sobre-entiendo que merece disfrutarla por tanto le permito unos minutos mientras cargo de nuevo el arma antes de pedírsela, es nuestro momento debemos disfrutar los dos.



Una vez colgada y realizado la fiesta pertinente proseguimos la marcha, aunque ya sin suerte, si con algún rastro falso, pero sin más nos dirigimos directos al coche, pero el destino y la naturaleza aún nos deparaba un último lance. Muy cerca del punto de inicio, en un orilla, delante de un pequeño arbusto, sin previo aviso, sin vislumbrar algún comportamiento extraño de Flog, ahí lo tenemos otra vez clavado, fijo, inmóvil mirando hacia el matorral, pues nos preparamos otra vez, sin poder predecir que puede aparecer y sin apenas tener tiempo de disfrutar el momento aparece una codorniz con ese vuelo raso pues no dudo y esta vez si abatimos con el primer disparo, cobramos la pieza y dirección al coche con una satisfacción mayúscula por el buen trabajo realizado por flog, pero mas aún por el sentido que cobra la repoblación ya que hace 6 meses realizamos una suelta de codorniz y faisán que nos ha permitido vivir otro lance.





Debo decir que no es un relato con una gran percha ni con un gran trofeo pero si puedo decir que probablemente durante la lectura del relato habrá podido imaginarse el lance, porque seguramente lo habrá vivido y por tanto el objetivo está cumplido habiendo conseguido que por un momento desconecte de todos los problemas que acontecen diariamente y ahora me permito hacerle una pregunta “¿Ese es el verdadero motivo por el que no podemos vivir sin la caza?”


Autor: David Gelabert @huntermallorca_10



No hay comentarios:

Publicar un comentario