El Reclamo mi pasión.


El reclamo.... esa modalidad de caza en la que en los últimos tiempos ha despertado bastante rechazo por parte de muchos.

Todo comienza con un pájaro perdiz: La reina, la Perdiz Roja.

Mientras atravieso el campo, voy observando cual puede ser el lugar perfecto para "colgar". El corazón me late acelerado, pensando si me acompañara la suerte. No me pesa todo lo que llevo a cuestas, mis dos reclamos "enfundaos", la paralela de mi padre (que conservo con cariño), el puesto de caza algo deteriorado por los años y un banquillo pequeño de madera y cuero.

Estos pájaros que me acompañan hoy son criados por mí, desde que llegaron a mis manos, cuando aún eran huevos, los he mimado y criado con cariño.

He pasado por la incertidumbre de saber si eran machos y por sus primeros cantes; “dando de pie”, “cantando de mayor” y “tirando piñones”.

Les he cambiado la arena para un buen "espelecho". Los he metido en las jaulas con tiempo para que se acostumbraran a ellas y así mantengan bien el temple en la cacería.

Cuando finalmente encuentro el lugar, ese que a mi parecer es el adecuado para realizar un buen lance, comienzo a prepararlo todo. Se necesita de tiempo para colocarlo todo y a pesar de los nervios debo hacerlo con serenidad y cabeza.

Coloco el puesto y comienzo a caminar para colocar la jaula a unos 25 o 30 metros de distancia. Eso será suficiente para no entacar demasiado al animal y así poder aprovechar su carne para el consumo, a esta distancia tampoco abren mucho los plomos de la escopeta, con lo que evitaré, ante todo, herir a mi pájaro.

Preparo el popitillo con la jaula, a una distancia adecuada del suelo. Después el puesto, cuidadosamente lo disimulo con ramas sueltas, coloco el banquillo, desenfundo la escopeta y saco el cañón por una abertura del puesto y la dejo caer en la mirilla, aun descargada y abierta. Me acerco al pájaro y lo desenfundo.  A partir de ahora todo depende del reclamo, de su cante, de que sea capaz de atraer a otros pájaros hasta él. A partir de ahí comienza la "pelea":
Pasados unos minutos "El Guapo", que así se llama este pájaro, comienza su repertorio.

Es un pájaro valiente, poco asustadizo y con mucho temple, me gusta cazar con él, me inspira confianza.

Con el cuerpo erguido y derecho "como una vela", el pájaro canta con todo su esplendor. Cualquier otro pájaro que haya en el campo puede escucharlo a bastante distancia.

Pasan los minutos y no se oye nada, solo una pequeña brisa que mueve los árboles de al rededor. Cualquier pequeño sonido puede confundirme y parecer que algún pájaro está cantando, pero hay algo que no falla, la actitud del mío.

Cada cierto tiempo se calla para escuchar, él lo oye mucho antes que yo y su cambio de cante lo indica todo.

Una collera está cantando, todavía están lejos, pero ya puedo oírlos. El corazón parece que se me va a salir. “El guapo” ha pisado su terreno, el terreno de esta pareja que cada vez noto más cerca.

A lo lejos, en la otra linde, al otro lado de un trigal que aun esta pequeño y muy verde, puedo observarlos vagamente, cantando. Le responden a mi pájaro, el macho quiere defender a su hembra y "El Guapo" es una amenaza para ellos, lo ve como un buen rival y se dirige hacia el atravesando el verde. Que bonitos se ven, asomando sus cabecitas por entre la hierba, mientras se van acercando rápidamente hacia donde yo estoy.

Ya están a unos metros de él, mi pájaro tiene que lograr que entre en "plaza" para dar como ganada la pelea, los dos pájaros comienzan un combate de canto," la jaula" debe mantenerse tranquila para que no se note que es un reclamo, porque en caso contrario, "el campo" se daría cuenta que tiene la pelea ganada; ya que el reclamo esta enjaulado y no puede moverse de ahí.

"La jaula" sigue cantando, pero el otro pájaro no se acerca lo suficiente, entonces cambia su estrategia y comienza a cantar muy bajito, de alguna manera lo está retando, está indicándole que él es el que manda, que no se va a callar y que se va a quedar con su hembra.

Y le da resultado, "el campo" se acerca enfurecido a la jaula, lleva un ala arrastrando, retándolo a la pelea y su hembra le acompaña.

El macho de campo está en plaza, le está dando vueltas a la jaula, y mi pájaro mantiene el temple, abre sus plumas y se sacude porque no le teme. En su garganta blanca puede observarse como está cantando suavecito para demostrar quién manda.

Es el momento de disparar, pero la hembra está demasiado cerca, no quiero matarlos juntos, la carambola aquí no es una buena faena.

La pelea sigue, pero si tardo demasiado tiempo y el macho de campo se irá, le haré una mala faena a mi pájaro y lo puedo perjudicar para futuras cacerías.

Es aquí donde comienza el gran dilema del Cazador con Reclamo, debo dejar que se vayan y acabar así el lance, ya que la hembra no está en actitud receptiva o debo dejarlos que se vayan.

La decisión está tomada y la collera comienza a alejarse y aun así "el Guapo" continúa su trabajo. Es un buen pájaro y no es su primer lance, sabe cómo actuar. Es entonces, en ese momento en el que están fuera de plaza, cuando la hembra cambia su actitud. La jaula le ha ganado la pelea a su acompañante, mi pájaro sigue cantando y se mantiene tranquilo, su cabeza alta, la gaita arriba y mantiene un cante firme y constante.

El corazón parece que se me va a salir cuando veo a la hembra dar la vuelta y correr hacia la jaula, con el ala caída, casi arrastrando. El macho la sigue, no está dispuesto a perder a su hembra. Enfadado, la picotea y la hace retroceder, pero él se acerca furioso. De nuevo con el ala arrastras se acerca a mi pájaro que se mantiene firme.

Tras varios intentos de subirse a la jaula para pelear, finalmente se pone a tiro, este es el momento, ahora es cuando intervengo yo. Estoy nervioso, el corazón lo tengo a mil:  ¡¡Y disparo!!
Un tiro certero y seco. El pájaro cae boca abajo, "el Guapo" ni si quiera ha sentido el tiro con el celo. Se queda petrificado, un instante, unos segundos... Hasta darse cuenta que ha ganado la pelea. Comienza a cantar de nuevo, "lo está recibiendo", cada vez con más fuerza. Está "dando de pie", tira piñones y finalmente canta de mayor. Él es quien manda ahora. La hembra se da cuenta de esto y entra a la pelea rápidamente. "El Guapo" ha vencido a su macho y ella eso no lo va a dejar así.
La hembra entra en plaza, furiosa, cantando, con su cante tan peculiar y acelerado. Las plumas del cuello erizadas, mira a mi pájaro. Lo está retando, quiere pelear, le da vueltas... Y entonces vuelvo a actuar, ese es el momento. ¡¡Y disparo!!

De igual modo, es un tiro certero y seco. Y como no, mi pájaro la recibe igual.

"El guapo" ha ganado la pelea, esta tarde él ha sido el vencedor. El lance ha salido perfecto. Y ya no volverá a salir al campo hasta pasados unos días.

Es entonces cuando al canto de mi reclamo, tras el lance, escucho a lo lejos otro pájaro responder... El corazón se vuelve a acelerar... Pero no, la cacería para "El Guapo" y para mí se acabó por hoy.

El cazador sabe que debe respetar los cupos de la zona de caza y sabe irse a casa con un buen sabor de boca por el buen lance conseguido.

La caza con reclamo es muy aventurera y yo me atrevería a decir que depende al mayormente del pájaro de la jaula. El cazador se convierte en un observador que puntualmente interactúa en el lance.
La caza con reclamo es mimar a tu pájaro todo el año, cuidarlo para que mantenga las condiciones adecuadas en todas las estaciones. Conocerlo y saber cómo actúa, teniendo siempre en cuenta que es un animal salvaje por lo que puede ser imprevisible.

La caza de la perdiz con reclamo es dedicación, entereza y sobre todo pasión.


Autora: Patricia Sánchez







No hay comentarios:

Publicar un comentario