EL PARAÍSO TERRENAL


Suena el despertador del móvil...

Aunque todos estamos despiertos en la caseta de la finca. Canela, los hurones y yo hemos dormido poco. El frío, el desconocimiento del lugar y, sobre todo, el miedo a quedar mal hacen que existan ciertos nervios.

Empieza a amanecer...

Un amanecer triste, helado y silencioso. Todo muy distinto a nuestra zona mediterránea de dónde venimos. Estamos titiritando...

Por la ventana, se ve la tierra escarchada...

¿Quién me diría a mí de meterme en estos líos? de ser un simple huronero aficionado del levante ("dominguero"), a querer ser un bichero de la dura meseta.

Bueno...al lío. No hay tiempo que perder...

Canela ya me sigue a todos lados, sabe que empieza la aventura (Canela es mi perra podenca portuguesa-valenciana de pelo duro. Tiene 6 años, es una conejera al diente estupenda y, además, le encanta huronar.).

Entro en el cuarto donde están los hurones. Todas las jaulitas debajo una manta. Hace bastante frío, incluso dentro de la casa. Enciendo la estufita de aire caliente y los suelto por dicha salita. Es mi manera de activarlos, y les doy de comer.  Uff...ya sé que no se les da de comer a los hurones antes de cazar. Pero, cada maestrillo tiene su librillo.

Canela no se mueve de la puerta, cuando salgo del cuartito allí está. Es hora de desayunar, pero no tenemos hambre. Nuestro estómago está cerrado. Demasiada presión.

Ya ha salido el sol... No calienta demasiado, pero debemos empezar. El tiempo es oro.
Selecciono a los hurones de más confianza. En mi transportín de madera casero caben cuatro. Cojo tres hembras y un macho. Uff...ya sé que se caza con machos. Pero, cada maestrillo tiene su librillo.
Al salir de la casa... Un cóctel de emociones: alegría, felicidad, responsabilidad y miedo.

Pero allá vamos...

Creo que nunca he estado tan cerca del paraíso. En Cabanillas del Campo (Guadalajara), la Finca Valbueno.  Muchas hectáreas de siembra y monte bajo. Y ahí... Canela, mis hurones y yo solos.
Es un paisaje maravilloso. Todo está verde. La siembra empieza a crecer. La finca parece inmensa.
Cogemos el primer camino que pasa cerca de la casa. Pronto vemos conejos campar a sus anchas. Se nota que no caza nadie en la finca, y eso va a ser un problema. El conejo está por fuera.
Primeros daños en la siembra. La siembra de la colza arrasada por los conejos. Que desastre!
Nos acercamos a los vivares.  Madre mía!!. Vivares muy viejos y con infinidad de cados. Va a ser una locura huronar con capillos (redes). Pero no hay otro remedio. Nos han pedido capturar los conejos vivos para repoblar otra finca, en Balconete.

Canela, mientras tanto, no se resiste a perseguir a los conejos. Es una manera de poder encavarlos.
 Le silbo, llamo su atención y, empieza a trabajar...

Pronto se queda clavada, marcando con la cabeza que hay conejo en ese cado.

Meto la mano en la mochila y, empiezo a coger redes y a colocarlas. Menos mal que son redes modernas y no hay que atarlas.  Me tiemblan algo las manos. Muchos nervios.

Voy mirando que no se quede ningún agujero por cubrir.

Estoy sudando..., con el frío que hace. Treinta capillos colocados. Canela ya está a la otra punta controlando las redes.

Es la hora de los hurones...

Blanquita ya hace rato que está rascando la puerta del transportín. Tiene ganas de actuar. Le abro la puertecita, la acaricio y le pongo su cascabel. Está toda atacada. Quiere entrar. Alla va...

Al instante..., por el lado de Canela.., sale el primer conejo. Se ha liado bien en la red. Canela lo aguanta con la boca y las patas. Sabe que no tiene que matarlo. Hay que pillarlos vivos.

Rápidamente pongo otra red a ese cado, y cojo el conejo que retiene Canela. Ella se va corriendo a cubrir la otra esquina.

Con los nervios no acierto ha desliar el conejo. Es grande y encima se ha enredado bien. Es hembra, debe estar preñada. Existe una pequeña tregua que me permite desliarlo y meterlo en el cajón.

Sale otro conejo... rodando, rodando ha llegado a mis pies. Otra hembra.  Asoma Blanquita, pero rápidamente se vuelve a meter. Sabe que queda algún conejo más dentro.

Ahora la espera se va alargando... Debe quedar el conejo macho-dominante, más duro de hacer salir.
Es el momento de ayudar a Blanquita y buscar refuerzos. Del transportín saco a Rojo, un hurón macho, fuerte y experimentado. Está medio dormido. Él sabe que solo le toca actuar cuando se complica la cosa. Pero pronto se activa. Cuando le pongo el cascabel entiende que le toca entrar. Levanto la red y para adentro...

Pronto se vuelven a oír golpetazos, están moviendo al conejo, pero se resiste a abandonar su madriguera. Es el conejo macho-dominante, pero Blanquita y Rojo no van a parar. Al final sale... Un poco dañado por la resistencia a salir, pero vivo. Detrás Rojo y Blanquita buscándolo. Saben que ha salido y ya los dos se quedan por fuera. Ya no quedan más conejos dentro.

Ahora ya se me da mejor desliar el conejo. Y al cajón... LLevamos tres.

Pero para lo grande que era el vivar, poco conejo. Era lo esperado, al no cazarse la finca, el conejo está por fuera, no está encavado. Pero es lo que hay.

Blanquita y Rojo no quieren que los meta al transportin. Pero hay que continuar.

Recojo las redes y a seguir...

Canela ya me espera a cincuenta metros en otro vivar. Solo hace que mirarme para decirme que hay conejo. Yo ya lo sé. No falla nunca. Tiene una nariz prodigiosa.

Pues a seguir bicheando...

Después de varias horas el cajón está lleno de conejos. Hay que ir a vaciar... ¡Jolines! es mediodía ya.
Canela no quiere ir a la casa. Pero ya no nos caben. ¡Como pesan los cabrones!.

Luego de vaciarlos a la jaula grande es hora de comer. No hay mucha hambre, pero hay que reponer fuerzas. Algo de embutido, queso, pan y un buen vino.

Cambiamos los hurones y volvemos al monte... La tarde es corta y hay que aprovechar.
Todo va saliendo muy bien. Estamos capturando bastantes conejos.

 Pasan las horas y el sol empieza a flojear... No es momento de arriesgar más.

Me viene a la mente la frase "caza de hurón, caza de cabrón".

Es hora de parar... No sea que a última hora se líe la cosa.

Recuperamos a los hurones y recogemos las redes. Hemos terminado por hoy...

Abrazo a mi Canela durante unos minutos y, le doy mil besos. Se ha portado enorme. Es única!. Con ella no se pierde tiempo, vas a lo seguro. Y encima, te ayuda a controlar las redes. Es mi fiel compañera.

Me salen las lágrimas de la presión y la tensión acumulada. Todo ha ido muy bien. Hemos cumplido.
Estamos muy lejos de la caseta, pero es igual. Mochila, transportín, cajón,...no me pesa nada. Estoy tan feliz... Estamos tan felices... Canela y yo, y los hurones.

Estamos en el paraiso..., o algo parecido.

Pd: Este es mi pequeño homenaje a mi perra Canela. Me la regalaron con 3 días de vida, porque su madre murió en el parto y la crié con biberón. Gracias a ella me hice cazador y ella me enseñó a cazar. Desgraciadamente hace unos meses, con 8 años de edad, la tuve que sedar por un  sarcoma en el isquio con metástasis pulmonar.





Autor: Sergio Monzonís La Orden.



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